lunes, 2 de junio de 2014

Vacunas. Hacia un registro único.

Vacunas dosis de vidaQuisiera lanzar una propuesta durante las asambleas de AEPap y AEP, a las que no voy a poder asistir.

Si algún alma caritativa quisiera exponerla, sólo pido que sea alguien que la comparta, se sienta identificado con ella y pueda defenderla con vehemencia.

Mi propuesta es que, harto de intentar unificar un calendario de vacunaciones de mínimos o de máximos, creo que ha llegado la hora de cambiar la estrategia y buscar la mejora de lo que ya tenemos.

Uno de los problemas más frecuentes de ver en las personas que no se vacunan, es desconocimiento, falta de documentación vacunal, dificultades para acceder a una historia FIABLE de vacunas, que muchas veces nos lleva, por despiste o desidia, a saltar dosis, a poner dosis de más, a poner dosis incorrectas, etc.



Por otra parte, en el ámbito de la medicina privada se administran vacunas que se anotan en carnets "paralelos" o en historias "paralelas" a las que no todos los profesionales tienen acceso (bien del ambito de la medicina privada, bien de la pública) y viceversa: desde las consultas privadas no es posible acceder a las historias de vacunas de pacientes que tienen asistencia sanitaria pública.

Hoy día resulta impensable además, que no esté automatizado el envío de recordatorios de las dosis de vacunas a través de redes sociales, correo electrónico, SMS y otros sistemas de mensajería que están prácticamente generalizados en nuestra sociedad. Estos mensajes de alerta repetitivos deberían anularse tras la administración de la correspondiente dosis o tras la solicitud de no volver a recibir dicho mensaje porque no quieran administrar dicha dosis a su hijo. Al fin y al cabo la vacunación es voluntaria, pero la información a los ciudadanos es un deber del sistema sanitario.

Pero no hay problema, porque alguien, hace ya años, inventó algo muy simple que resolvía estos problemas: el carnet de vacunaciones.

Y es que es una idea simple y perfecta, a la que se le han incorporado todos los avances tecnológicos disponibles en la tierra y otras partes del universo. Entre sus virtudas constan las siguientes:

- Es un documento ignífugo. Probad, probad...
- Es un documento impermeable y antimanchas. Echadle colacao, café, cocacola o derramadle un bote de tinta china... increible!!!
- Es un documento irrompible: el bebé puede usarlo con toda seguridad como mordedor o podéis ponerlo debajo de los papeles que vayáis a recortar con un cuter. No hay problema en dejárselo a los niños mientras juegan con las tijeras. Pero lo más increible de todo es que ¡Es lo único que una thermomix no puede triturar!
- Es un documento imperdible. Parece mentira, pero contiene un microchip y está dotado de inteligencia artificcial. Si crees que lo has perdido no te preocupes que él te encontrará.
- Es un documento vivo: nace, crece, se reproduce, arruga y muere, con la única salvedad de que es incapaz de procrear solo y necesita la ayuda de un profesional sanitario. Si no consigue emparejarse con un buen profesional es posible que no deje descendencia informativa y pase al olvido.
 - Es un documento infalible. Dotado de la doble tecnología de seguridad ANDEVAS® y NOTELOCRESNITU®, mediante la cual impide cometer falsificación o errores de anotación (la simple ausencia de anotación de una vacuna administrada es el error más frecuente) no permitiendo escribir ningún registro erróneo ni que se deje de anotar nadas (ANDEVAS). Si fallase este primer sistema el registro se vuelve naranja fosforito quemaretinas (NOTELOCRESNITU) para advertir de que es un registro erróneo o que está en blanco una dosis que ya se administró y nadie anotó.

Bueno, dejemos de lado el humor negro y pasemos a las cosas serias:



En base a estos antecedentes: historias de salud distintas e incompatibles entre las distintas autonomías y carnets en los que no se apunta o se manchan, queman, rompen, pierden, alguien falsifica o en los que se comete errores por obra u omisión, creo que deberíamos hacer notar al ministerio que, como estrategia para conocer la realidad y poder abordar los problemas que se detecten, es necesario contar con un REGISTRO (o Historia) UNICO DE VACUNACIONES, al que pueda acceder cualquier profesional sanitario público o privado, validándose con sus datos de identificación (DNI, Colegiado, número de identificación personal, certificado digital, DNI digital o lo que fuese) y permitiéndosele consultar las vacunas del paciente al que atiende, independientemente de que lo haga desde la UCI pediátrica, de la puerta de urgencias, desde el terminal de la consulta, desde una consulta privada o desde el móvil en el domicilio del paciente.

Dicho registro, de acceso universal (el paciente podría acceder para ver sus vacunas con el perfil adecuado), sería justo el mismo en el que cualquier profesional sanitario, público o privado, debería anotar obligatoriamente todas y cada una de las vacunas que se administrasen en el país (el registro es lo obligatorio y no la vacuna): desde la vacuna de tétanos que se pone en un servicio de urgencias, hasta la de Hepatitis B en las maternidades, las gripes que se administran en residencias de mayores o las vacunas de fiebre amarilla que se administran en sanidad exterior.

Añadido a esta base de datos única, las comunidades podrían usar un interface a modo de "plantilla" que les permitiese ver si las vacunas se ajustan o no a su calendario local, cambiando sólo la plantilla cuando cambian los calendarios o unificando la planilla si algún día nos decidimos a dejar de hacer el tonto y unificamos los calendarios.

Esto quizá minimizaría el problema que tenemos con los transeuntes que ni se vacunan aquí porque están de paso, ni allí porque también lo están, temiendo un poco que les comiencen a llamar de uno y otro lugar para advertirles que les faltan dosis por poner (las que se administraron en esa otra comunidad y cuyos datos mutuamente desconocen). También evitaría, los problemas de adaptación de calendarios que conlleva que cuando un niño de 3,5 años que viaja de comunidades donde se administra una vacuna a los 4 años hacia otra donde se administra a los 3, quede muchas veces sin vacunar o, cuando ocurre a la inversa, reciba dos dosis.

Sé que muchos pensaréis que esto no es importante, que tantos problemas no hay. Y os doy la razón en parte. Nuestras coberturas demuestran que la mayoría no tiene problemas, pero no me negaréis que la minoría de niños sin vacunar se aproxima a un punto crítico en el que cualquier brote podría ser incontrolable. ¿Esperaremos al desastre para tomar medidas que lo podrían prevenir?

¿Por qué creo que no es una idea descabellada y que este puede ser el momento de ponerla en marcha?

Porque el ministerio desde hace tiempo habla de la historia digital única, que dudo que se pueda consensuar a corto-medio plazo, pero podríamos proponer que este fuese el gérmen de esa historia.

¿Y porqué comenzar con las vacunas?

¿Acaso no constituyen la segunda medida de salud pública tras el saneamiento de las aguas que más a contribuido a la salud de la población? (perdón que conteste con una pregunta).

En fín, esta es mi idea. Si hay otras personas que la compartan e incluso la mejoren, creo que debería constituir una línea estratégica para nuestras asociaciones y los comités y grupos de trabajo que se dedican especialmente al campo de la infectología y vacunología, sin dejar de lado el objetivo final: conseguir un calendario unificado de máximos en el que usemos las mismas marcas, las mismas dosis y las mismas fechas, porque en un mundo globalizado, no tienen sentido tantas diferencias.

No hay comentarios: